En la heladera había unas dos pizzas envueltas en papel film,de esas que se venden en la panadería, finitas y de harina integral, sin preparación alguna. Tomás sintió hambre y comió unas porciones , así como las sacó del estante de la heladera...Ni siquiera le avisó a su mamá Francesca.
No tenía ni las rodajas del tomate fresco cortado en rebanas finas con el rocío del aceite de oliva y un toque de orégano, ni queso , ni morrones , ni aceitunas, ni una capa generosa de cebollas blanqueadas Unas prepizzas desnudas y simples.
Entrada la noche y al volver de una de sus tantas ausencias, Marco encontró otro motivo para escudarse.
-Tomás no es un animalito,..-¿Cómo es posible que no le pongas nada encima de la pizza Francesca?
Iba y venía exasperado por la casa vociferando, mientras buscaba , alterado, un par de zapatillas.
-¿Y dónde está esto?...¿Y aquello?...¿Los cordones nuevos?
No era que estuviera preocupado por Tomás. Ni siquiera por las zapatillas de las tres tiras. Estaba escondiendo sus huidas , las huellas de su escape con las ramas secas de su agresión.