domingo, 28 de junio de 2020

Tres soles

No sabía de qué forma pedir ayuda.Su cuerpo hablaba pero a Francesca le costaba decir,la lengua parecía haberse llenado de musgo.
De alguna manera encontró el tiempo y la voluntad para llamar por celular a sus amigas Carla y Valeria. Ambas compañeras del secundario.También ubicó a Gabriela ,abogada y colega del profesorado de Filosofía y Letras.
Sin saberlo estaba sembrando las primeras semillas para reencontrarse consigo y salir a de su enfermedad y abandono.
Había pasado mucho tiempo.El suficiente.

Entre ellas habían perdido el contacto cotidiano,lo que sí mantenían vivo era el cariño y el respeto mutuo pese a las hojas del calendario que se mudaban año tras año  y cada vez más rápido.
Nada sabían acerca del calvario a partir de su depresión.

Valeria Lanzani fue su compañera de banco de toda la secundaria.Habían disfrutado muchos domingos plenos en la quinta en Hurlingham. Tardes prolongadas entre charlas y la mermelada con cascaritas de naranja de la abuela.
Carla Angrisani era la otra compinche.Se unía a las caminatas a la salida del Instituto Bilingue;se reunían,estudiaban,juntas soñaban con ser esto o aquello.

La que más se destacaba en Lengua era Valeria,y ayudaba a Carla y Francesca. Carla era más calculadora,sobresalía en las materias exactas.
Y los chismes.Todo lo que pasaba con los chicos,compañeros que les gustaban era  tema obligado cada jornada de estudios .Un verdadero "Noticiero del Amor".

Esa mañana llamó a sus queridas amigas.
-¿Cómo poner en palabras justas todo lo que le estaba pasando? 
-¿Cómo contarlo ?si parecía una película de Fellini.
-¿Por dónde empezar?
¿Lo entenderían?
-¿Le creerían?

Dentro de su aturdimiento Francesca contaba con un recurso que siempre la había ayudado para esta y otras situaciones;su intuición.
Pidió auxilio.Sus amigas ,estaban allí.Se sacudieron las telarañas del pasado

El cielo estaba despejadísimo, más claro que otros amaneceres. Esa mañana salieron tres soles.



miércoles, 24 de junio de 2020

Alfajor

Por la tarde,María Francesca se despegó de las sábanas muy lentamente,parecía pedirles permiso una y otra vez para levantarse...Cada paso hacia la cocina era un duro trámite .Un pie le pedía permiso al otro.
Cuando llegó a la cocina abrió las alacenas en procura de alimento.Tal vez sería la comida del día o su cena.
Abrió una puerta y en su interior halló los estantes vacíos,pero la última puerta la deparaba una sorpresa;dos paquetes de galletitas dulces y tres alfajores de chocolate. El descubrimiento le dibujó una sonrisa apenas imperceptible,sólo porque adoraba los dulces.

No había fideos,ni arroz,ni yerba,ni café;sólo algunos saquitos de té,unos pocos artículos de limpieza y unas servilletas de papel.
-¿Cómo llegaron allí? ¿Cuándo? ¿Cómo puede ser? ¿Quién los compró? No recuerdo cuándo los compré...
Además los fines de semana estaba sin Juana.
Tenía algo para comer.No tenía que vestirse,salir y caminar hasta el supermercado a dos cuadras para adquirir alguna cosa .
El alfajor en la boca le supo distinto.Otro era el sabor de la incertidumbre.

Por la tarde Francesca regresó a sus sábanas ,la cuales la cubrieron de mimos largos y suaves en su adormecer .


domingo, 21 de junio de 2020

Pasajes

Su padre Adriano,la había regalado un pasaje a Italia.Juntos visitarían a los familiares,amistades, y el pueblo natal de sus abuelos.Estaba en el norte de Italia casi tocando Francia. También visitarían París.
Francesca soñaba disfrutar ,las montañas nevadas ,sus laderas abiertas a los Apeninos,las casas de aquel pueblo con las ventanas y pórticos de madera, con sus chimeneas de piedra humeando la leña, con sus calles laberínticas ,tan estrechas y angostas,llenas de recovecos  y la pista de hielo.
La plaza principal llamada como su santa patrona , Santa Gianna Beretta.

Su mamá había fallecido hacía años , en su adolescencia , y el  viaje era un reencuentro entre padre e hija.
Adriano sabía de la depresión pero ignoraba lo que Marco había provocado. Francesca intuía que no quería saber nada tampoco y había decidido mantener el secreto herméticamente.
La llamaba por teléfono esporádicamente. no la iba a visitar,nunca la fue a ver sabiendo lo que sabía..

Ante sus llamados, sentía una enorme presión y se veía obligada a mentir,o respondía con evasivas para que cortara lo más rápido posible.
El tono de Adriano era imperativo.Le ordenaba estar mejor.Tal vez porque él quería sentirse mejor.

-¡Tenés que sentirte bien!
-
-¿Por qué estás siempre adentro?

-¿No usás tu auto?

-¿No vas más más a jugar tenis al club?

-Vos tenés la culpa de haberte separado...

Eran las recurrentes frases de su papá.

Francesca sabía que no era ningún tonto,de todos modos no hay peor ciego que el que no quiere ver.Bastaba con una mirada  a vuelo de pájaro y notar su estado deteriorado y lastimoso.Era evidente entonces que "algo" no andaba bien.Además era su padre y ella su hija más mimada y la menor de sus dos hermanos radicados en Estados Unidos.
Había muchas cosas de Marco que Adriano no quería saber o darse cuenta,por ejemplo llegó a sus oídos que Marco se ausentaba a diario del hogar.pero jamás le dijo nada
Profesional,sociólogo pero muy machista en su crianza,egoísta ,temeroso y, atento al "que dirán" .Así era su padre.

Apenas fallecida la mamá de Francesca, Adriano tuvo varias relaciones ,aunque formó una nueva pareja con una señora viuda llamada Elena. Su padre solía decir que Angelina lo había abandonado  tempranamente,en consecuencia necesitaba pensar en él y con la compañía de Elena tendría quien le alcance una taza de té,  lo cuide, o comparta los quehaceres de la quinta..Tal vez para convencer o convencerse..

Pero su padre le había regalado un pasaje hacia Europa para su cumpleaños .Juntos visitarían los centros de ski,Los Apeninos, los paseos por el Sena...
En aquellos días Adriano retiró sin decirle ni media palabra, su pasaje de la agencia de turismo.El día del viaje , Adriano y Elena partieron de Ezeiza rumbo a Roma.

Desde entonces María Francesca supo que ninguna agencia puede venderle ,otorgarle un pasaje,un boleto aéreo para reencontrarse con su papá. 




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jueves, 18 de junio de 2020

La cajita

Adriano tenía como rutina,visitar a Cecilia,su consuegra todos los domingos que podía.Le llevaba Frutas o verduras,semillas para nuevos almácigos. Se quedaba allí-entre mate y mate con hierbas aromáticas-hasta entrada la tarde cuando con su auto regresaba a la casa de su pareja,Elena.
Uno de esos domingos el timbre del portero eléctrico del departamento de Francesca, la sobresaltó.
Sonaba con bastante insistencia,una y otra vez.No tuvo más remedio que levantarse y abandonar su colchón de espigas.
Eran Marco y Adriano . Le habían llevado las vitaminas para ella y para Tomás un comprimido antialérgico.
Francesca abrió el ascensor que da directo a su palier privado.El mismo  revestido con paneles de aluminio,luces dicroicas,techo espejado estaba completamente vacío.

Sobre el piso marmolado encontró la caja pequeña,nada más.
Ninguno de los dos subió para entregarle en mano los dos medicamentos.Ni siquiera para verla,saludarla o preguntarle cómo estaba.Mucho menos para demostrarle algo de amor o preguntar cómo avanzaba su tratamiento.
Ni uno ni lo otro.
¡Cuánto le hubiera gustado escuchar sus voces!´
-¡Hola Francesca!
-¿Cómo estás hija?
-Descansá,vinimos a ayudarte...
-No te preocupes...
-Te traje los primeros damascos de la quinta...
-Te traje la última novela de...
Hubiera deseado escuchar esas palabras de sus bocas,que sentía tan distantes,tan lejanas.

Pero no.Sintió el vacío abismal y la cruel soledad de la cajita verde de 6 por 3 centímetros.
No hay vitaminas para el alma cuando  asola la desilusión.