Cuando llegó a la cocina abrió las alacenas en procura de alimento.Tal vez sería la comida del día o su cena.
Abrió una puerta y en su interior halló los estantes vacíos,pero la última puerta la deparaba una sorpresa;dos paquetes de galletitas dulces y tres alfajores de chocolate. El descubrimiento le dibujó una sonrisa apenas imperceptible,sólo porque adoraba los dulces.
No había fideos,ni arroz,ni yerba,ni café;sólo algunos saquitos de té,unos pocos artículos de limpieza y unas servilletas de papel.
-¿Cómo llegaron allí? ¿Cuándo? ¿Cómo puede ser? ¿Quién los compró? No recuerdo cuándo los compré...
Además los fines de semana estaba sin Juana.
Tenía algo para comer.No tenía que vestirse,salir y caminar hasta el supermercado a dos cuadras para adquirir alguna cosa .
El alfajor en la boca le supo distinto.Otro era el sabor de la incertidumbre.
Por la tarde Francesca regresó a sus sábanas ,la cuales la cubrieron de mimos largos y suaves en su adormecer .
Pedro Gerardo Diaz Nicolas
ResponderBorrarExcelente relato, con una estructura conduciente, en un juego de imágenes, cuyo final es la drástica realidad que no puede ser superada. Felicidades.
Genial texto, ansioso y fortificante. Gratificante.Dra Francisca Stecconi
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